Ennemis publics. Michel Houellebecq & Bernard-Henri Lévy

Ninguno me agrada. Me genera un poco más de empatía el dejarse ir de Houellebecq que esa especie de vitalismo irracional wagneriano de BHL, que esconde en realidad una facilidad para los sofismas, la victimización y un carácter inquisidor con tintes de Torquemada del siglo 21. En este mi-nu-cio-sa-men-te-pre-pa-ra-do intercambio epistolar que nace de un punto común: ambos se autoproclaman generosamente despreciables y despreciados los falsos enemigos públicos filosofan en el aire.

Houellebecq, sincero, admite que quiere ser querido. No a pesar de sus falencias sino a causa de ellas. Dice no comprender cómo BHL es impermeable a los insultos y agravios. Yo le recordaría a Houellebecq la reacción de BHL en 1985 cuando quería golpear al entartador en el suelo (¡Levantate rápido o te aplasto la jeta a talonazos!). Le recordaría también todo el daño que ha hecho BHL a quien ha osado contradecirlo, incluso con argumentos sostenibles y caballerescos.

BHL es su personaje: vive buscando su nombre en Google, ha activado una alerta, la tecnología colma un poco su paranoia narcisista. Pero una vez que leyó a su adversario (un poco su historia es esa: él contra el mundo), BHL olvida:

Pas d'effet sur le narcissisme –confiesa–. Ego garanti ignifugé, blindé, face aux assauts.

Ningún efecto sobre el narcisismo. Ego garantizado ignífugo, blindado, de cara a los ataques. 

Por supuesto, no es cierto: sobran testimonios sobre el filósofo de ego blindado que asedia un diario o una emisora de televisión para exigir que despidan a tal o cual periodista porque tuvo el atrevimiento de expresar una crítica a su persona o a una idea suya.

Por lo demás, los escritores-filósofos nos cuentan sus rutinas, sus ombligos, sus pecata minuta. Ante el estrés, ambos sufren por la piel. Esto no es una figura. Es aquí cuestión de eczemas, de manchas rojas que pican y sangran. Es aquí cuestión de recordar a Cocteau, a Baudelaire, a Sartre, con quienes comparten exilio espiritual y nanas epidérmicas.

Suerte de Confesiones a dos manos, aunque la noción de aveu (confesión) aterre tanto a BHL, en este psicoanálisis que asumo interesante para la platea que reclama sangre, se detecta por momentos un patrón asimétrico en los intercambios. Los dos son "cultos", "inteligentes", se hablan de igual a igual. Pero mientras Houellebecq intenta el diálogo, BHL es durante muchas páginas uniforme: habla casi únicamente de su persona. Sin embargo, cuando en pleno intercambio (que se extendió durante seis meses) surge el tema de la madre biológica de Houellebecq, que publica un libro despreciable, BHL se muestra sensible, empático.

El libro no deja de tener un vago interés, pese a que su estructura sigue los caprichos de una conversación que se extiende demasiado tiempo y que no pactó de antemano territorio a recorrer. Empieza bien, se tiene la sensación de que están precalentando pero comienza bien. Luego se enrarece un poco, Houellebecq está decididamente dañado. Por su infancia y por el cepo mediático que le ha tocado en vida. Ambos hacen su terapia, aportan datos desconocidos hasta entonces (algunas cosas me hicieron acercarme más a Houellebecq, aunque sin exagerar). Hacia el final se pierde un poco la tensión: a Houellebecq lo ha ganado su resentimiento por el trato de la intelligentsia francesa. El caso de Pierre Assouline (de quien posteriormente leí los ataques a Houellebecq) es llamativo (en Assouline). Luego vienen las recapitulaciones de rigor, el obligado adiós, y la voz de Gardel entonando amargamente: cuando la suerte que es grela, fallando y fallando...

En definitiva, sobre BHL lo mejor que se puede leer es Les intellectuels faussaires, de Pascal Boniface, donde muestra hasta qué punto es un intelectual deshonesto y particularmente rencoroso y vengativo. Perlas sobre Houellebecq sobran y no creo que este ejercicio de ombliguismo aporte demasiado en ese sentido.

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Javier CoutoJavier Couto (Montevideo, 1974) es narrador. En 2010 obtuvo una mención de honor por Voces (cuentos) en el XVII Premio Nacional de Narrativa “Narradores de la Banda Oriental”. Su novela Thot fue finalista del Premio Minotauro 2013 (Editorial Planeta). En 2014 obtuvo una mención de honor con su libro de cuentos Del otro lado, en el Concurso Literario Juan Carlos Onetti 2014 y la primera mención en el Concurso Internacional de cuentos Julio Cortázar.

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